[Perfil] Paco Donate: “Me encanta hablar con la gente”
El que hasta hace poco fue párroco de la colegiata Pravia hace balance tras su jubilación
Han sido diez años muy positivos en los que he crecido como persona y como cura, al lado de la gente de aquí”. Así resume Francisco ‘Paco’ Donate (Grullos, 1949) su trayectoria como párroco en este concejo. Su labor ha sido reconocida por sus feligreses que le dedicaron recientemente un cálido homenaje. Se jubila, aunque no del todo “los curas no podemos estar sin altar, aunque nos jubilemos, por eso me han encargado ayudar en la parroquia de San Miguel de Pumarín, en Gijón”. Todavía se le verá por la Colegiata de Pravia un tiempo, pues no quiere dejar solo ante el peligro a su sucesor, Miguel Ángel García Bueno que viene de Morcín. Paco es un cura popular, de trato agradable y cercano. Por eso le quieren tanto en Pravia “no hay ningún truco, simplemente quiero a la gente, me encanta hablar con ellos y estar próximo a sus problemas”, explica.
De familia campesina
Aunque nacido en una familia campesina “normal”, es decir, ni mucho ni poco religiosa, lo cierto es que “ya desde pequeño quise ser cura”. Quizás le servía el ejemplo del padre Luis, de su pueblo candamín. Su primer paso fue ser monaguillo, además tenía una tía monja, lo cual también influyó. Lo cierto es que con nueve años se fue a la Virgen del Camino (León) con los dominicos y tres años después dio el salto al seminario de Oviedo. Su primer destino fue a Los Oscos, un viaje en el tiempo como recuerda: “no había luz, ni carreteras”. A sus 25 años el joven sacerdote se encontró con una vida “muy difícil”, con cinco parroquias a su cargo y más de 55 pueblos, la mayoría de los cuales vivían aún sin electricidad”. Allí permaneció 6 años “pero entraba en todas las casas, todo el mundo me abría sus puertas”.
Luego fue trasladado a Piloña, en donde además del culto se dedicó a dar clases de religión en el instituto. La cosa se complicaba: “En Infiesto tenía solo para mi once parroquias”. Finalmente en 2007 llegó a Pravia, que incluía otras parroquias, como Santianes o Corias.
Relata que la vida del cura rural hoy en día es muy complicada, pocos sacerdotes para muchas parroquias, distantes. “La zona rural está muy abandonada pero la presencia del cura sigue siendo importante y es la que queda en estos pueblos”, explica, aunque matiza que con 18 parroquias a tu cargo “es difícil seguir manteniendo la proximidad con la gente. La pastoral real es complicada por culpa de la falta de tiempo y se invierte más en el culto, en misas y entierros que en el trato personal, que es importantísimo”.
Así y todo, en estos diez años ha entablado muchas y muy buenas relaciones, como se demostró en el homenaje que los parroquianos le dedicaron como despedida. “Si quieres a la gente y estás cerca de sus problemas al final pasan cosas como ésta”, explica.
Una vez jubilado Francisco Donate quedará adscrito a la parroquia de San Miguel de Pumarín en Gijón, aunque reside en Oviedo. Además se ha ofrecido al Arzobispo para ayudar en aquellas parroquias en las que el cura se ponga malo o necesite apoyo, aunque eso sí “no quiero cargos pastorales, porque mi salud no es perfecta y me estreso mucho”, bromea. Sabe que cada vez que se jubila un cura queda un vacío porque “no hay relevo generacional, no sé si porque somos burros y no damos con la fórmula de atraer a la juventud o es también por el tipo de sociedad en la que vivimos.”