Asociaciones
Por José DE ARANGO
La parroquia praviana de Villavaler, situada en la zona alta del concejo, acaba de poner en marcha la asociación de Vecinos “El Texu”. En el pueblo de Loro no hace mucho que también se alumbró una entidad asociativa mientras que en Folgueras, con el nombre de “El Carbayón” su joven asociación vecinal está siendo una de las más activas de la comarca. Las parroquias de Cordovero y Arango ya son veteranas en esto del asociacionismo vecinal y se puede afirmar que ahora mismo no hay un solo pueblo río Aranguín arriba que no tenga a sus vecinos bajo la bandera de la unión hace la fuerza.
Hay quien entiende que esto del asociacionismo vecinal tiene que ser por fuerza un movimiento que esté constantemente en guerra abierta con el ayuntamiento de turno. Desde mi experiencia de doce años al frente de “Los Picos”, que agrupa a ciento cincuenta vecinos del Puente de La Tienda hacia Aguión, resulta mucho más fructífero para los objetivos que ha de perseguir siempre el asociacionismo el dialogar, consensuar, proponer y colaborar si hace falta con las comisiones de gobierno de nuestros Ayuntamientos que el mantener una confrontación pura y dura.
El principal problema que afecta en estos momentos al sector donde se desenvuelven estas asociaciones vecinales es el del despoblamiento rural. Y el del envejecimiento de los habitantes de las caserías habituales. Hay pueblos en los que queda una sola ganadería. Y en otros, ninguna. Por todo ello las mejoras del hábitat rural solo se pueden llevar a cabo con la colaboración de los Ayuntamientos. Las Parroquias Rurales, generalmente propietarias de montes que dan buenos rendimientos maderables, sí pueden hacer inversiones por su cuenta. Pero en nuestra comarca se cuentan con los dedos de una mano.
Afortunadamente para las riberas del Aranguín todas las asociaciones vecinales que he citado más arriba tienen al frente o integradas en sus directivas a personas jóvenes, trabajadoras y dinámicas. Esto permite pensar que el futuro de las mismas está asegurado. Pero que no se les ocurra convocar estaferias porque estarán solos. En La Arquera la última que hicimos, hace seis años, éramos ‘multitud’: siete estaferiadores. Y cuatro de ellos eran amigos que vinieron a echarnos una mano desde La Tabla de Faedo de Cudillero y desde Malleza y Mallecina.
Demasiadas casas vacías. Demasiado silencio.