Los buenos hijos
Por Lucía S. NAVEROS
La manada de lobos acabó el juicio de Pamplona llorando, emocionados ante el alegato de su defensa, que los presenta como unos imbéciles, sí, pero buenos hijos. No es que sean modelo de nada, vino a decir, pero ¿con esas caritas les van a meter en prisión? ¿Quién no cometió locuras en su juventud, como violar en grupo a una jovenzuela que acaba de llegar a la mayoría de edad, sometiéndola a actos sexuales propios de una película porno violenta? ¿Quién no ha hablado alguna vez, tonterías de la edad, de drogar a alguna muchacha? ¿Quién no ha pegado a una chica semiinconsciente y la ha tirado en un descampado (como el caso que aún les espera, en Pozoblanco)? Son cosas que, al parecer, hacen algunos “buenos hijos” en este país.
En cambio ella, esa mala mujer, se dedica a realizar las fantasías sexuales de Torbe ( famoso pornógrafo investigado por trata de menores) y las propone a cinco desconocidos por telepatía, ya que no habla con ellos de lo que va a ocurrir.
Porque en España hay buenos hijos que hacen ‘travesuras’ y malas hijas que con 18 años tienen las apetencias sexuales que imaginaría Berlusconi, y las ponen en práctica en un portal, sin tomar precaución alguna, para poder arruinar la vida a cinco incautos. Porque igual que ellos son buenos de natural, aunque un poco imbéciles, ellas son perversas también por naturaleza. La normalidad de estos “buenos hijos” que andan por ahí y creen que el sexo no se distingue de un ataque enciende todas las alarmas. Demasiado porno.