Cincuenta camiones diarios se arriesgan por la carretera a Salas
El ancho de la vía no permite que dos trailers se crucen a la altura de la Torre de Arango, lo que obliga a dar marcha atrás y ocasiona siniestros
Rafa Balbuena / Pravia
Es una de las carreteras olvidadas de la comarca, y su siniestralidad ha aumentado con los años a la par que desciende la población del área que cruza. La comarcal AS-225, entre Pravia y Salas, ejemplifica la dejadez que sufren las comunicaciones en el ámbito rural asturiano. Con el agravante de que la multinacional de plásticos Linpac, una de las industrias punteras de la comarca, tiene en ella la única vía para mover los productos que manufactura en su planta de Pravia, situada en Vegafriosa. La historia no es nueva, y pese a la relativamente baja densidad de tráfico que soporta, el historial de siniestros ocurridos en esta calzada es elevado y durante la última década los atestados de accidentes de turismos y motocicletas en el trazado de la vía han sido constantes, con varios fallecidos y la sensación de inseguridad presente entre los usuarios habituales. Uno de los problemas de la carretera es el tráfico de grandes camiones. “Tenemos diariamente un tránsito de 40 trailers de salida y 10 de entrada”, señala Pedro Selgas, del comité de empresa de Linpac. “Una carretera así, tan estrecha, con tantas curvas y tan desatendida, sin mantenimiento, tiene a la fuerza la seguridad más que comprometida, sobre todo si hablamos de los transportistas y trabajadores que tienen que hacer turnos de noche”. A este respecto, Selgas indica que en la práctica totalidad del trazado “no existe iluminación, el firme está lleno de baches, y la señalización es casi invisible”. Por no hablar de “la falta de limpieza y desbroce de las cunetas, que es una de las soluciones más elementales que habría que aplicar”, añade el portavoz del comité. Problemas de dejadez a los que se añaden fenómenos meteorológicos como “la presencia de bancos de niebla, placas de hielo o el firme húmedo, que aumentan la siniestralidad y que cualquier vecino de la zona puede certificar”. Y a ello se le suma lo agreste del entorno, con el aumento espectacular de jabalíes invadiendo el firme, que igual que en el resto de Asturias, son una presencia constante en las carreteras como en los informes de las aseguradoras, obligando a extremar más que nunca las precauciones al volante. Con todo, no hace falta alcanzar pueblos altos de la ruta como Villamondriz o Cordovero para encontrarse con situaciones difíciles. Un ejemplo ilustrativo de lo que ocurre se da habitualmente a la altura de la Torre de Arango: “Si se cruzan dos camiones en esta carretera, uno tiene a la fuerza que dar marcha atrás hasta que encuentran un ancho que permita que los dos trailers pasen”, indica Selgas. Esto motiva “que los transportistas estén preocupados y con la incertidumbre de qué se van a encontrar al salir de la autovía”. Cualquier usuario puede comprobarlo: basta tomar la salida de la autovía A8, a la altura de Soto del Barco, y cubrir los cinco kilómetros que, a través de la carretera AS-16, nos llevan a Peñaullán. A simple vista se nota como el tráfico se enlentece considerablemente, al ser carretera convencional de dos sentidos y alta ocupación. Sin embargo, el verdadero contraste llega tras rebasar la rotonda de Agones y ascender por la AS-225 para cubrir los escasos 9 kilómetros que separan Pravia de Vegafriosa. La carretera, cuyo tránsito se reduce al cruzar la parte menos poblada del concejo, mantiene un buen trazado hasta Cañedo, aspecto que cambia radicalmente en la subida hacia Puentevega: se va estrechando rápidamente, aparecen curvas cada vez más pronunciadas y se constata el deterioro del firme denunciado por los trabajadores de Linpac. Aunque para los habitantes de núcleos más allá de Vegafriosa es peor: cuando se alcanza el concejo de Salas, la carretera entra en la clasificación de vía de Alta Montaña. No hace falta imaginar cómo las nevadas y los temporales de esta época aíslan el acceso a núcleos como Mallecina o La Arquera.