Publicado el: 16 Feb 2018

Buddy Holly y el testamento de doña Palla

Fredo ELDORADO

Cuéntame una historia
“… En una noche de San Juan, cerrada y sin luna, varios vecinos empujan un carro del país por la carretera. -Era costumbre en esa fecha robar sigilosamente alguno y llevarlo lo más lejos posible del pueblo.- A mitad de camino de algún sitio se encuentran con otro vecino de vuelta a casa desde el bar cercano. “Ayúdanos Fermín, que no podemos más”, le rogó uno. Rápidamente el nuevo se puso a empujar y entre risas y a tientas llevaron el vehículo fuera del pueblo. Más abajo, más abajo. Hay que llevarlo hasta Folgueras, propuso enérgicamente el nuevo a la vez que balanceaba el brazo adelante y atrás. A la mañana siguiente un vecino de Loro, al ir a catar, se encontró con que debajo del hórreo había un espacio vacío donde antes estaba el carro.
Era Fermín, claro…”
El extraño llegó temprano a Casa Chamaco. “Que se levante el americano. Con la pota en la chapa es de mala educación estar en la cama”
-Loro perteneció a Salas hasta 1928 pero ese no fue problema. El problema fue que perteneció a la iglesia hasta 1866. Ochocientos años para redimir un censo no está mal.- Buddy Holly revolvía el café con la mirada fija en el extraño y sus historias que tanto lo cautivaban. Bueno, él pensaba que lo importante no era la historia, si no la forma de contarla.
-Un documento envenenado tuvo la culpa. –prosiguió el extraño- En el año 1028 Doña Palla redactó un testamento por el cual Loro sellaba su destino con una esclavitud censal que duró casi ocho siglos. Setecientos noventa y siete años concretamente. Los vecinos se revolvieron contra ésta injusticia cientos de veces durante todo ese tiempo sin conseguir absolutamente nada –asintió varias veces con la mirada perdida en la mesa-
-¿Quiere decir que todas estas tierras y sus gentes pertenecieron a la Iglesia?
-Sus gentes, sus villas, sus fincas, sus montes y monasterios. Era costumbre en la Edad Mdia que los señores feudales con grandes propiedades donaran sus bienes a la iglesia para la salvación de sus almas.
– Pero ¿por qué perjudicó tanto ese testamento al pueblo de Loro?
– Por los términos en que estaba redactada esa donación. Los vecinos tenían que pagar un censo a la iglesia de Oviedo consistente en la quinta parte por lo manso y la sexta parte por lo bravo. Lo manso eran las fincas cultivadas y lo bravo lo que estaba de monte. Solo hacia 1818 se les permitió pagar en dinero el equivalente en especie.
Algo bueno se sacaría de ese testamento…
-Efectivamente. Dos cosas principalmente. Una de las condiciones de la donación, o fundación de la Juguería de Loro, era la imposibilidad de vender las fincas y montes comunales, que por decreto debían de pertenecer a los vecinos del pueblo de Loro perpetuamente. Gracias a eso, a fecha de hoy, el pueblo goza de un monte comunal de más de setenta hectáreas que gestiona en exclusiva. Y la segunda fue el apeo o deslinde que se hizo en 1676 debido a un pleito con el pueblo de Ablaneo y que más tarde nos sirvió para defender nuestros derechos ante la vecina aldea de Folgueras.
El joven texano se quedó pensando en las palabras del extraño. Y se dio cuenta de que quizás el futuro tenga una deuda perpetua con el pasado. De que es posible que lo que somos se deba a lo que fuimos y que desgraciadamente no hay efecto retroactivo en la memoria. Pensaba en los sacrificios de esas gentes y de tantos otros y de lo ingrata que es la vida que solo piensa en sí como un ente presente, que se cree dueña y señora de las desgracias y solo es dueña y señora del egoísmo. El egoísmo insultante del presente.

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