“En vez de mirar por el visillo aquí sacan la bandera arcoiris”

[Entrevista] Mónica González Tellaechea, impulsora del Orgullín de San Esteban

L. S. N. / Muros de Nalón 

San Esteban de Pravia tiene dos centenares de vecinos y una población envejecida, pero celebra el único Orgullo LGTBI rural de Asturias, el Orgullín de Cam de Ribera, una fiesta reivindicativa y desenfadada. Detrás está Mónica González Tellaechea, una de sus impulsoras y parte imprescindible de su alma. Superviviente de la epidemia de heroína que asoló a la juventud española en los años 80, tiene una vitalidad que transmite a todo lo que hace, desde cultivar la huerta a hacer obras (pinta y hace reformas integrales), o cuidar a sus sobrinas, a la que lleva en palmitas. Es, como ella dice, “extremada, pero equilibrada”.
-¿Cómo surgió la iniciativa de montar un Orgullín, una fiesta muy urbana, en una localidad pequeña como San Esteban?
-Una noche de copas, con unos amiguetes, se nos ocurrió. Estábamos en el restaurante Cam de Ribera, y se lo propusimos a la propietaria, Macarena Valle, que nos apoyó. Y lo hicimos. Éramos cuatro gatos, yo con un tanga dorado y unas plataformas.
-¿La primera reacción fue de escándalo o de diversión?
-Aquí la gente es muy tolerante. Una fiesta así no vale para cualquier pueblo. Yo organizaba fiestas temáticas, las hacía en La Arena, por ejemplo. Y me decían, a ver cuándo nos haces una aquí, en San Esteban. Y ya va la sexta edición.
-¿Cuenta con apoyos?
-Ninguno, sólo el de la gente. Lo hacemos todos nosotros y lo financiamos con la venta de papeletas. “¿Qué es, para la fiesta de las tortilleras?”, nos preguntan. Y nos compran la papeleta. Así que apoyo de la gente sí que tenemos. Además, es una fiesta muy mediática. Ha venido Rodrigo Cuevas, el año pasado vino Ángela Show, y llegamos en barco, con la Carmela. Todos los años viene TPA, y como aquí en San Esteban tampoco es que haya mucha actividad, pues les encanta.
-El Orgullo tiene un componente reivindicativo.
-Sí. Lo pensamos así porque yo soy homosexual, hace ya años que salí del armario, y creo que es importante educar a la gente. Aquí ya están educados: igual en otro sitio miran por el visillo. Aquí cuelgan la bandera arcoiris. Tolerantes total. Tengo dos sobrinas pequeñas, con las que me divierto muchísimo, y ellas ya están educadas en esa tolerancia hacia los demás.
-¿Cómo fue la experiencia de salir del armario, de reconocer su homosexualidad, en una localidad pequeña como San Esteban?
-En los años 80 un grupo de aquí de San Esteban nos vimos con 17 años y dinero en el bolsillo, porque en las familias no faltaba, y acabamos en la heroína. En esa época estuve casada. Me quedé embarazada. Perdí a mi hijo cuando tenía ocho años y esa experiencia me sacó de todo eso. Yo tengo que desengancharme y a la par ser quien soy, pensé. Y me desenganché, y salí del armario. Ahora mi hijo tendría 30 años.
-Ha logrado sobrevivir a experiencias muy duras. Y mantiene una actividad envidiable, no para.
-El tiempo es muy raro, porque no olvidas, pero sigues viviendo. Yo tengo, por ejemplo, una huerta ecológica. La tengo porque mi padre siempre la tuvo, y yo estaba muy unida a él.
-Y cuatro ovejas.
-Sí, las ovejas son un poco porque o comen ellas la hierba, o la hierba me come a mí. Aunque siempre hay tanto que hacer que no llegamos. Andamos mi hermano y yo por allí con la desbrozadora…
-Y hace reformas.
-Me he ido formando, he ido aprendiendo, y como soy manitas y me empeño en que las cosas salgan, pues salen. Me van saliendo obras, y creo que la gente queda encantada. Empecé poniendo un tendal a una vecina, y ahora ya pongo pladur, pinto, pongo escayola…
-¿Está de moda el feminismo?
-Yo lo que veo es que vamos para atrás. Violaciones en grupo, cosa que nunca se vio; recortes en el dinero para luchar contra la violencia de género. Lo que hace falta es educación, en los colegios y en las casas, y no darle un móvil a los niños para quitártelos de encima.