A Manuel Antonio Barrera, In Memoriam
Por Rubén DÍEZ GARCÍA
(sacerdote y músico)
Encontrándome fuera de Asturias he recibido la triste noticia del fallecimiento de nuestro querido don Antonio. Sacerdote praviano perteneciente a una familia con profundo arraigo en la villa y una gran vinculación con la Colegiata y el Santuario de Nuestra Señora del Valle. Vínculos que han quedado cincelados en la historia de Pravia a través de su legado familiar, personal y musical.
Don Antonio Barrera ha sido un sacerdote conocido y querido por todos, que con su hacer sencillo, humilde y cercano ha sabido transmitir con gran humanidad los valores evangélicos a lo largo de sus sesenta y un años de ministerio sacerdotal. Actitudes que todos los pravianos reconocemos en sus más de cuarenta años en Pravia, primero como organista-coadjutor y luego como vicario parroquial y capellán del Valle.
En su familia y especialmente de su padre José Barrera crecen su vocación y su amor a la música como lenguaje de alabanza a Dios y patrimonio de la iglesia que en sus años de formación sacerdotal desarrolló durante el episcopado del arzobispo Francisco Javier Lauzurica y Torralba.
Don Antonio formó parte del gran número de sacerdotes que la villa praviana siempre ha aportado a la iglesia asturiana, llegando a ser más de una decena los sacerdotes del pueblo que siempre se reunían en torno a fiestas como el Corpus Christi, el Cristo de la Misericordia y la Virgen del Valle. Para todos nosotros, Barrera siempre fue querido y apreciado. Vienen a nuestro recuerdo Julio Asterio, Miguel Ángel, Jovino y José Luis Argüelles.
La memoria siempre nos trae al presente cada uno de los momentos significativos de nuestra propia historia, que nos han conformado y sin los cuales no seríamos quienes somos. Cuántos bautismos, bodas, primeras comuniones y exequias ha celebrado don Antonio, siendo parte de nuestra propia historia personal y familiar. Recuerdos imborrables que son dignos de recordar, ya que honran a las personas que ya no están a nuestro lado y que añoramos, y que a su vez nos dignifican.
Una de sus últimas encomiendas pastorales fue la de capellán del Valle. Junto con las Hermanas franciscanas del Buen Consejo vivió y acompañó a tantos pravianos que ya en su vejez se ponían bajo el amparo y la protección de Nuestra Señora. Hoy devolvemos a don Antonio todo el bien que nos hizo y la entrega generosa de su vida con nuestra oración sincera a la “azucena del Valle, flor que habita desde hace siglos en nuestra ermita” de Pravia.
Descansa en paz, Manuel Antonio.