Alzheimer: los primeros síntomas
Por Plácido RODRÍGUEZ
Desde el año 1994, el 21 de septiembre se conmemora el día mundial del alzheimer, pero ¿no resulta un tanto desafortunado recordar una fecha que alude precisamente a la pérdida de la memoria? Porque no sólo se trata de una enfermedad degenerativa de las células del cerebro, también influye en el metabolismo del alma, en la que los pensamientos se intercambian por vacío y tristeza. La Medicina habla de factores de riesgo, aunque tal vez haya que tener en cuenta la posibilidad de que estemos hechos a la imagen y semejanza de un ser superior. Sirva de ejemplo este soliloquio del principio de los tiempos:
…¡Uff! Últimamente estoy fatal de la memoria. Apenas recuerdo que día es hoy y no sé si puedo dar por concluido este trabajo. Tal vez debería jubilarme, pero ¿a quién podría dejar al tanto? Es tan difícil controlarlo todo. No tengo más remedio que ocuparme yo del asunto; es el problema de hacerse imprescindible. Bueno, a lo que iba, repasaré los datos:
«Lunes: separar la luz de las tinieblas». Ahora es de día, pero tendré que esperar a que anochezca para asegurarme de que está correcto.
«Martes: separar el cielo del mar». Creo que se diferencian perfectamente, pero voy a tener que darles la vuelta; he puesto el mar encima y así va a estar continuamente goteando.
«Miércoles: plantas y árboles». Está todo muy verde, aunque árboles no veo ninguno. Me parece que los he puesto muy pequeños. Haré que crezcan un poco más. ¡Hala! Algunos los he estirado mucho. No importa, con el tiempo los van a talar todos.
«Jueves: el Sol y la Luna». ¡Anda! Pero si me he olvidado de la Luna. Vaya fallo. Menos mal que me ha dado por repasarlo; casi dejo el romanticismo sin fuente de inspiración.
«Viernes: peces y aves». Creo que hay de sobra. De todas formas pondré otras pocas de sardinas, que son muy alimenticias. ¡Huy! Pero que torpe soy. He aplastado ese otro grupo de peces con el dedo sin darme cuenta. La verdad es que han quedado muy simpáticos; los llamaré lenguados.
«Sábado: animales y hombres». De los primeros creo que está bien surtido el mundo, y, si se me ha olvidado alguno, no pasa nada; de todos modos van a terminar extinguiéndose la mayoría. Los hombres. ¡Eso es lo que me falta! Porque no hay ruido, ni contaminación ni peleas; la verdad es que está todo muy tranquilo. Voy a probar a hacer uno con un poco de barro, luego le quito una costilla y continúo con ella el trabajo; puede quedar bien. Si hoy termino la faena, mañana domingo podré dormir la siesta…Y, hablando del Alzheimer, me pregunto si alguien se habrá acordado de volver a despertarle.