“No pararé hasta conseguir justicia para Izán, me lo mataron”
Miguel Álvarez y Elena Pérez afrontan el segundo aniversario del ahogamiento de su pequeño en la granja escuela Palacio de la Bouza con el caso estancado en el juzgado: “Esto es una agonía”
La familia se trasladó a Avilés desde Pravia, “me resultaba imposible ver crecer a sus compañeros sin él”
L. S./Pravia
El 25 de julio de 2017 el pequeño Izán Álvarez, de cinco años y vecino de Pravia, fue encontrado flotando en la piscina de la granja escuela Palacio de la Bouza, en Riberas (Soto del Barco), donde acudía al que iba a ser su primer campamento de verano. El niño no tenía que estar en esa zona, ya que sus padres habían avisado expresamente al centro de que no sabía nadar y de que además le tenía pánico al agua. Cuando se cumplen dos años del terrible accidente Miguel Álvarez y Elena Pérez hacen una llamada desesperada para que se haga justicia. Y es que tras 24 meses el caso sigue una intrincada tramitación en el Juzgado de Pravia, que ya ha pedido la ampliación de la instrucción otros 18 meses. Un tiempo que para los familiares del pequeño se hace eterno. “No pararé hasta que se haga justicia, me lo mataron. Esto es una agonía”, clama su madre, Elena Pérez.
El caso está teniendo una instrucción muy lenta, ya que cada prueba que pide la familia y es recurrida, tarda en ser resuelta y prolonga el procedimiento judicial. Ahora, la jueza encargada inicia una baja por maternidad, por lo que la causa quedará en manos de un juez sustituto, lo que desalienta a los padres, que prevén más retrasos, en lo que sus allegados califican de “un sinvivir”, asegurando que “están deshechos, y la lentitud de la instrucción es tremenda. Entendemos que es una tramitación compleja en un juzgado pequeño, como el de Pravia, pero la familia necesita resultados”. La investigación de la Guardia Civil reveló varias presuntas irregularidades, que están siendo investigadas judicialmente.
Elena Pérez estaba embarazada de seis meses cuando Izán perdió la vida, una niña que pronto cumplirá dos años. Pero Elena asegura que nada le devuelve la esperanza. “Mi hijo tenía que estar aquí, creciendo junto a su hermana. Sólo descansaré cuando me pueda ir con él. Tenía pánico al agua, no se acercaba. Lo avisamos por escrito. ¿Por qué estaba en el entorno de la piscina? ¿Por qué no lo vieron, si alguien lo empujó, hasta que fue demasiado tarde? ¿Dónde estaban las monitoras? ¿Y la licencia del centro?”, se pregunta. “Necesitamos saber qué pasó, necesitamos que se haga justicia porque Izán no tenía que estar muerto, tenía que estar creciendo con su hermana”, insiste la madre del pequeño, a tratamiento desde entonces, con dificultades para salir de casa, y que ha tenido que trasladar su residencia a Avilés, dejando Pravia. “Me resultaba imposible ver crecer a sus compañeros sin él”.