Velitos y otras mierdas
Por María JOSÉ ÁLVAREZ BRAÑA
En Teherán, el pasado Día Internacional de la Mujer, tres valientes iraníes tuvieron las agallas
de quitarse el hijab, desafiando la vestimenta impuesta en 1979 tras la Revolución Islámica. Fueron detenidas y sentenciadas, sin defensa porque les denegaron la asistencia de letrado, a 55 años de prisión. Culpables de atentar contra la seguridad nacional, difundir propaganda contra el Estado, alentar corrupción y prostitución, e insultar a santidades islámicas. Y no es la primera vez que ocurre esta salvajada. En marzo la abogada Nasrin Sotoudeh fue condenada a 33 años de cárcel y 148 latigazos.
¿Estas barbaridades por una mierda de pañuelo? Pues sí. Porque esos trapos (chador, niqab, hijab, burka) simbolizan la degradación de la mujer sometida al peor machismo y a una religión retrógrada. Cuando empezaron a surgir velos en nuestras calles, muchos lo encontraron exótico ignorando su horrible significado. Son las “avanzadas” recetas del Corán, y según dictan sus polémicas suras, la mujer debe ser casta y recatada sin incitar al pecado mostrando el cabello. Y de ahí adelante todas las interpretaciones que los líderes religiosos quieran dar son válidas. Naciones Unidas ha pedido la anulación de las sentencias pero la Unión Europea, tan feminista e igualitaria, no se ha pronunciado. Tampoco los partidos políticos progresistas han llamado a tomar la calle ante la embajada Iraní, ni los ayuntamientos convocaron minutos de repulsa, ni han respirado las asociaciones feministas que tanto aúllan contra el heteropatriarcado.
Lo alarmante es que estamos viendo impasibles cómo muchas niñas nacidas y criadas aquí, con familias a las que sustentamos económicamente y alumnas de nuestras escuelas, quedan sometidas a la esclavitud del velo y la aberración que ello implica cuando llegan a cierta edad.
Y no pretendamos hacernos los locos argumentando que es una elección personal o una simple costumbre. Porque en su gran mayoría no lo es. Ese trapo en su cabeza es la constatación de las vejaciones y humillaciones que padecen muchas mujeres, y esconde mucho más que el pelo. Pero callamos, lo amparamos y hasta subvencionamos. Mientras, algunas bobas queriendo ir de listas, entran en pelotas en una iglesia y su panda les ríe la gracia sabiendo que nada les va a ocurrir. Pero les faltan narices para irrumpir en una mezquita con el pecho al aire y reivindicar atrocidades como estas.
Qué razón tienes en lo que dices!! Sólo echo en falta un poco de crítica ante nuestras costumbres religiosas en las que se demoniza todo lo que viene de la mujer, en el que nuestras religiosas van tapadas a más no poder; en el que ninguna ocupa un cargo importante dentro de la iglesia. Y qué decimos de la mantilla que se ponen para ir a la iglesia. Quizá si hiciéramos un poco de autocrítica tendríamos más fuerza a la hora de criticar las costumbres de otros.
Estimado Orestes : No se critican las “costumbres” de otros, se refleja la aberración que el fanatismo yihadista comete contra la libertad de la mujer y que pretenden imponer en los paises no musulmanes donde los musulmanes vienen a vivir, atraídos por los beneficios que obtienen. Te asombrarías si vieras como tienen que ir las mujeres tapadas enteras, solo con los ojos a la vista, y lo que conllevaría no hacerlo en los paises musulmanes . No hay libertad de elección. Por contra, y estando de acuerdo con el machismo de la Iglesia católica, machismo que se da en muchos ámbitos , ser monja (la mayoría sin habito) y llevar mantilla es opcional, no una obligación, ni su incumplimiento te lleva a la carcel o a la muerte.
Nunca os oí criticar los tiempos en lo que eso sucedía en España y la mujer caminaba detrás del hombre o no podía tener una simple cartilla del banco.
Los que si viajamos y ya no nos sorprendemos si que nos llama la atención y ver como vemos la paja en el oojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro. Defendamos a la mujer y sobre todo hagámoslo desde la autocrítica de lo que nos atañe más de cerca.
La mujer siempre lo tuvo difícil pero no hay nada más que ver el papel que se le quiere dar cuando por ejemplo se reúnen todos los caballeros del G-20 y sus mujeres juguetean esperando que sus queridos esposos terminen de organizar el mundo.
Por cierto, no veo la condena de nuestros gobiernos ni de muchos de nuestros partidos denunciando todo esto.