Publicado el: 18 Jul 2017

El tertuliano

Por Javier SUÁREZ

¡No os extrañéis! “Son ellos” los que están en el poder…

Leído así, esto parece un titular de la Teoría de la Conspiración, pero es una triste y siniestra realidad.

A lo largo de mi vida he visto nacer y morir muchas cosas. He visto languidecer “verdades” con más de 2.000 años de existencia. He visto nacer y morir personas, ideas, ciudades y pueblos, culturas y naciones. Asistir a este espectáculo produce cierto desconcierto; así mis ideas no son todo lo claras que yo quisiera. Pero hay ciertos asideros a los que me aferro con uñas y dientes ¿Cuáles son esos asideros? No tengo porqué contároslo. Son cosas mías. Supongo que cada cual tiene los suyos.

He visto cómo desapareció aquel agradable y reconfortante antropocentrismo de mi adolescencia sustituido por… bueno, no ha sido por nada, como tantas otras cosas.

Y como llega la primavera sin avisar, floreció una nueva casta de comunicadores (concepto también nuevo) caracterizada por su omniscencia y una total falta de objetividad: el tertuliano.

El tertuliano se caracteriza porque hay pocos asuntos que no aborde con desparpajo y porque arrima el ascua a su sardina con total impudicia. Diréis que tertulianos los hubo siempre. Es famosa la tertulia del Café Gijón en Madrid y, en Oviedo, la del Café Peñalba.

Ya veo que habéis notado la diferencia. Ahora la tertulia se hace en un plató de televisión.

¿Qué es exactamente un plató de televisión? No lo sé, porque en mi persona se dan dos circunstancias: soy viejo y antiguo (que no es lo mismo) y en la ciencia ficción de mi juventud no se intuía el poder de los medios.

En resumen: no sé a qué obedece la extrañeza de los tertulianos cuando un juez (que hay jueces para todo) ordena que sean repuestos los nombres de calles y plazas que algún alcalde ignorante había intentado relegar al baúl de los recuerdos (tristes recuerdos).

Tertulianos: no os extrañéis ¡son ellos los que están en el poder!

PD.: En una de las citadas tertulias acabo de ver cómo una muchacha, en un lenguaje casi ininteligible para mí, que me dicen que es la forma pija de hablar en castellano, afirma que tuvo problemas con su confesor. La entiendo. Yo no llegué a la situación de tener un solo confesor. Tuve muchos y he de decir que tuve problemas con todos ellos, problemas que me llevaron a la ruptura total, hace casi 70 años.

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