Publicado el: 13 Jun 2020

Pravia despide el martes a su misionera universal

La Colegiata acoge el próximo día 16 un funeral por ‘Hermana Araceli’, fallecida y enterrada en Bolivia el pasado 23 de mayo

F.R. / Pravia

La Colegiata de Pravia acogerá el martes 16 de junio a las cinco y media de la tarde el funeral por una de las misioneras más importantes de la congregación de las Hermanas Dominicas, ‘Hermana Araceli’, fallecida en La Paz (Bolivia) el pasado 22 de mayo y toda una vida dedicada a la iglesia católica. Un día después se celebraban sus honras fúnebres presididas por el Arzobispo de La Paz y los obispos del Alto y el de los padres Franciscanos.

En la esquela, publicada hoy, sus hermanos, María Jesús, María Isabel y Juan Antonio Revuelta Arias; hermana política, Aurora Fuentes García; sobrinos, Inmaculada (viuda de Marco Fidalgo Urgoiti), Pedro y María Aurora Revuelta Fuentes; sobrino político Sylvain Groulx, “y su otra familia las Hermanas Dominicas de la Paz y el pueblo boliviano al que ella tanto amaba”, ruegan una oración por su alma. Sus restos descansan en el cementerio de Sorata, tal como ella dejó dispuesto.

Araceli Revuelta ya recibió un homenaje en Pravia en el verano de 2017 para reconocer toda su trayectoria vital. Misionera y enfermera, siguió, a punto de cumplir los cien años, al pie del cañón, tras 60 años trabajando para mejorar las condiciones sanitarias en Bolivia.

Nacida en Pravia hace 100 años desde joven perteneció a la Acción Católica. Trabajó con los jóvenes, niños y sobre todo con las empleadas de servicio (Santa Marta). “Mi vida en esta época apoyada por ellas era feliz. La enfermedad y muerte de mi hermanita fue también para mí una aclaración a la vocación misionera ¿cómo? Dios sabe en concreto. Y mi papá que solo nos decía: “tenemos que perdonar” fue otro acápite para que hoy con 95 años me siga sintiendo feliz y hasta que Dios disponga de mi vida seré feliz en mi entrega. Dios no me otorgó la gracia de entrar en la Congregación de las Misioneras Dominicas del Rosario hasta cumplir los 30 años, hoy agradezco a Dios por tenerme en acción en la Iglesia Católica con mis amadas compañeras y amigas pobres, eso aprendí de mis familiares”, escribía Araceli hace cuatro años.

Ingresó en la Congregación el 7 de octubre de 1951 y se formó en el noviciado de Pamplona en donde fue propuesta como futura misionera, desarrollando estudios de educación, salud y enfermería. En enero de 1955 salió de Pamplona rumbo a Lima (Perú) y fue destinada a una nueva fundación en Calama (Chile) al  colegio Nuestra Señora de Guadalupe de Ayquima. El destino definitivo será en La Paz (Bolivia). “Recuerdo a un niño (Gerardo Arias), mi pequeño negrito, al que encontré en el campo de obrajes junto a su papá que se encontraba enfermo y ahora está de director en el colegio de Teoponte Guanay, lo vi después de 40 años en el hospital de Guanay. Ellos no me olvidan, yo tampoco.”, relataba de estos años.

Tomó profesión de Votos Perpetuos en la capilla de Santa Rosa de la Florida, La Paz, el 18 de septiembre de 1958.  En el año 1968 le envían a Santa Ana de Yacuma, Beni en donde fundó un pequeño consultorio parroquial para ir luego a Sorata un lugar en un valle, comprendido entre el nevado Illampu y el río San Cristóbal, en donde estuvo 25 años ” caminando por las montañas de 10 a 12 horas, en la mula y de tiempo en tiempo apoyada por los padres franciscanos”. Después volvió a La Paz para formar parte del Equipo Departamental de salud del Ministerio para el área rural. Se jubiló a los 78 años de edad, aunque le pidieron hacerse cargo del centro de salud de San Antonio de Padua en La Paz, en donde acabó sus días.

 

 

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