Publicado el: 02 Nov 2016

Bandujo, dibujos de tierra y flores contra el olvido

El pueblo medieval de Proaza mantiene la antigua tradición de decorar con figuras florales sobre polvo negro las 27 sepulturas de su camposanto

El cementerio de Bandujo, decorado/ foto de David Tuñón

 

L. S. N./Santo Adriano

“Yo lo vi siempre, y mi madre, y todos los del pueblo, hasta los más viejos”. Daniel Tuñón, vecino de Bandujo y enamorado de este pueblo de Proaza, que conserva su esencia medieval, no sabe cuándo se originó la antigua costumbre que ha pasado de madres a hijos, de decorar con tierra negra y dibujos geométricos sembrados de flores las 27 tumbas del cementerio, para el día de Todos los Santos. La imagen es peculiar, más parecida a lo que uno espera ver, por ejemplo, en un cementerio mexicano, pero es de Bandujo de toda la vida, y lleva su ritual. “Las familias siembran en las huertas flores, casi siempre distintos tipos de crisantemos, que las llaman flores de los difuntos. Un par de semanas antes, cada familia coge tierra, lo más negra posible, y la pone a secar. A veces, para que sea muy negra, se va a zonas quemadas, a coger oxa, o incluso se guarda para este día la borra del café”. Una vez que la tierra está seca, el día antes por la tarde las familias van al cementerio, a cribar el polvo negro sobre las sepulturas, para dejar una capa fina sobre la que poder dibujar. “Las mujeres aplanan bien la tierra, con unas maderas, y después hacen los dibujos, con un palín o con el dedo”, señala Tuñón. Hay familias que hacen siempre los mismos dibujos, otros cambian según el difunto al que honren, o hacen variaciones. Siempre se hace un marco, y dentro, las figuras, rombos, flores, que después se van rellenando con las cabezas de las flores, de distintos colores, “como si fueran abalorios”. En total, son 27 las sepulkturas que hay en el cementerio, y son 27 las que se decoran cada año, “pues si hay alguna a la que ya no le quede familia, los demás la cuidamos”, señala Tuñón. La costumbre de honrar a los difuntos con esta alegre (y trabajosa) decoración podría venir, señala este vecino enamorado de su pueblo y sus tradiciones, de que “era un cementerio de tierra, sin lápidas, y antes tenía cruces de madera y de hierro. Era difícil ponerlo bien. Así que antes de Todos los Santos, se limpiaba bien todo, se ponía la tierra negra para que destacase, y se colocaban las flores de difuntos”. El cementerio de Bandujo, un pueblo que ha sabido orgullosamente conservar sus tradiciones, tiene otra peculiaridad: es de todos los vecinos, no hay propiedad. “Hay 27 sepulturas, y son de todos. Cuando alguien muere, se le entierra en donde esté el difunto más antiguo, y así va rotando”. Ayer, día de Todos los santos, el pequeño camposanto lució más bello que nunca, bajo un tiempo espléndido.

Los vecinos, decorando el camposanto/ foto de David Tuñón

Una de las sepulturas, decorada

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