Publicado el: 08 Ago 2018

El horno que nunca se apagó

El Valle lleva 118 años y cuatro generaciones horneando el pan de los pravianos

El horno de la panadería El Valle/ Fotos de Lucía Martínez

Lucía Martínez/ Pravia

“El olor del pan recién hecho es el olor de la felicidad”. Pues en Pravia desde aproximadamente el 1900 hay un punto de encuentro para recrearse en esa felicidad.
Hoy, 118 años después y tras un pequeño mostrador que es la barrera al obrador de la Panadería el Valle, se encuentra María, cuarta generación de una familia que un día decidió encender un horno de leña para no apagarlo jamás; ni en los malos tiempos de una guerra fratricida ese horno paró de intentar transportar a la felicidad con el olor del pan recién hecho.
Obviamente no es el único negocio de este tipo que existe en nuestro concejo pero acude aquí por ser el más antiguo y por la singularidad de ese horno inmortal, de ese fuego que no se extingue y sobre cuyas brasas se sigue elaborando no solo el pan nuestro de cada día si no las empanadas, galletas, bizcochos, bollos….que transforman la sobriedad de la harina en auténticos placeres para nuestro sentido del gusto, el olor y la vista. Hoy la Panadería el Valle es un ejemplo de que no puede existir modernidad sin una buena tradición.
María sigue la herencia dejada por su padre, por su abuelo y por su bisabuelo pero a nadie se le escapa el papel que desde siempre ha tenido la mujer en ese negocio. Y quizás el motivo de este escrito no sea tanto retratar un negocio centenario de nuestra villa como rendir un homenaje a quienes estuvieron al frente a lo largo de este siglo largo que lleva abierto. Hombres y mujeres de una misma familia que nos permitieron y nos permiten disfrutar de ese olor a pan recién hecho que como dice el aforismo es el olor de la felicidad.
Los tiempos han cambiado, ya no reparten en bicicleta por las afueras de Pravia como hacía un joven Balbino, ni está Pepe con la furgoneta avisando a toque de bocina que el panadero acaba de llegar a las zonas más alejadas del centro de Pravia, encargándose hoy en día su hermano pequeño, Eduardo. Pero el horno sigue encendido 118 años después, la harina esperando en los sacos a ser mezclada y el obrador a pleno rendimiento cuando la madrugada aún ni asoma.
Y cuando Pravia empieza a abrir sus ojos, cuando empieza a desperezarse el pan ya está hecho, ya ha sido repartido para aquellos clientes que al amanecer abren sus puertas y ya María, la panadera, pues así debe ser conocida por orgullo de profesión y tradición, echa el último vistazo a los rescoldos del horno para verificar que sigue esperando una nueva hornada.
El horno sigue y seguirá encendido ya que hay una quinta generación iniciándose en las artes de elaborar el pan pues como dice el viejo refrán castellano: “Desde los tiempos de Adán, unos calientan el horno y otros se comen el pan”.

María, de la Panadería el Valle

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