Publicado el: 26 Oct 2018

Asturianos en el Gobierno de Sánchez

Por José María RUILÓPEZ

Dos altos cargos asturianos en el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social en el Gobierno de España que preside Pedro Sánchez pueden anunciar un empujón considerable para la región, aunque se diga que las amistades, el origen de la persona o la sintonía ideológica dentro de un partido no deben ser premisas para el funcionamiento correcto de los cargos, pero la experiencia nos dice que siempre ayudan.
Casi todo el mundo aplaudió en Asturias el nombramiento de María Luisa Carcedo como Ministra de Sanidad, y que además, haya nombrado como Secretario de Estado (otros medios hablan de Secretario General de Sanidad) a Faustino Blanco, conforma un equipo con mucha fuerza para la comunidad. Además, figura Hugo Morán como Secretario de Estado de Medio Ambiente; José Javier Izquierdo como Secretario General de Infraestructuras, y Adriana Lastra como Vicesecretaria General del PSOE, todo hace pensar que las decisiones, tanto en el partido como en el Consejo de Ministros pueden inclinar la balanza hacia la tierra de la que son oriundos.
La polémica de los Másteres, al cabo, han tenido un lado positivo para Asturias con la dimisión de Carmen Montón al frente del Ministerio de Sanidad, que catapultó en cosa de horas a Carcedo a la cúpula de ese ministerio. Ahora, sólo falta esperar que la oposición o los medios de comunicación no saquen a relucir nuevas irregularidades, o como se les quiera llamar, de las titulaciones o cursillos o lo que sea, de las personas citadas, y den al traste con los posibles beneficios para Asturias. Y que se puedan mantener el tiempo suficiente para poder hacer por esta comunidad lo que otros gobiernos no han hecho, o lo han intentado, pero sin conseguirlo.
Aunque hay que reconocer que la situación de cierta precariedad política del Gobierno, debido al desequilibrio de diputados del PSOE en la Cámara Baja, puede generar situaciones complicadas, demoras en la gestión, pactos difíciles, presiones de grupos parlamentarios nacionalistas, y la urgencia de toda una artesanía diplomática y de negociación que procure satisfacer a todos y no defraudar a ninguno. Claro, algo casi milagroso. Pues hay que considerar el acoso natural que el Gobierno recibe desde los escaños ajenos. Por un lado, lo que podríamos llamar “fuego amigo”, por la proximidad ideológica, pero sin pasarse, de la mano de Pablo Iglesias, de Podemos; por el otro, una embestida desde el PP, necesitado de asentar sus reales como oposición efectiva con el nuevo Secretario General, Pablo Casado, al frente. A su vez, el empuje de un Ciudadanos que ha visto detenido su ascenso en las encuestas ante la incursión inesperada de Sánchez en el Gobierno, y ahora patalea en todas las direcciones aprovechando cualquier resquicio para meter el dedo en el ojo al contrario. Así las cosas, los políticos asturianos en el actual Gobierno central tienen que darse prisa si quieren sacar adelante alguna propuesta que signifique algo importante para Asturias, no sólo para cumplir las expectativas que se manifiestan, sino pensando en que, a un plazo más o menos corto, habrá elecciones generales, y ahí no saldrá a relucir lo bueno llevado a cabo por el PSOE, si fue posible, sino los errores que pudo haber cometido, o las promesas que fue incapaz de cumplir.

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